29-07-2012 / Maqueta Del Palacio De Bellas Artes

Maqueta Del Palacio De Bellas Artes


Fue en Julio de 2012 cuando me pidieron producir una maqueta del palacio de Bellas Artes en el centro de la Ciudad de México.

Ella siempre había estado curiosa y emocionada de verlo en persona y cuando por fin ocurrió, estaba decepcionada del hecho de que el edificio no podía viajar a casa con ella en su maleta.

Tenía que pensar en algo. Después de todo el tiempo que tomo el poder ver su cara en persona, sus deseos eran órdenes.

Entonces la idea nació en mi mente: le haría una maqueta del edificio para que se la pudiera llevar de vuelta sin usar espacio en su maleta.

La física sería mi aliada en ésta travesía.

Tenía que ser lo más realista posible. Cada detalle tenía que ser como era en realidad. Todo tenía que ser perfecto.

Por eso fue que comencé con el ambiente alrededor. Planté los árboles que harían al parque conocido como Alameda Central. Incluso añadí la pared improvisada que la rodeaba por estar en remodelación en ese entonces.

Continué con la iglesia y el teatro, esos fueron fáciles de hacer ya que no tenían que ir completos en la maqueta. El problema fue el estacionamiento público en la esquina; esas columnas rayadas fueron una lata.

El Museo Postal y el Palacio de Minería tampoco fueron un problema pero solo porque no tenía que trabajar en sus interiores. Tanta belleza requiere de tiempo y trabajo.

Para no echarlo todo a perder, dibujé y pinté las calles alrededor después. Las líneas de tráfico requirieron el uso de un palillo de dientes para poder tener la longitud y ancho apropiados. Tenía que ser perfecto, ¿recuerdas?

Era tiempo del evento principal, la razón básica por la que estaba haciendo todo esto: el palacio en sí.

Una gigante piedra de mármol era el lugar perfecto para empezar. Tomé mi cincel y martillo y quité todo lo que no era útil o requerido.

Esculpí el diseño general del edificio con cuidado porque no quería arruinar la capacidad de poder hacer el detalle fino después. Si bien tenía poco tiempo para hacerlo, tenía que ser cuidadoso.

Una cuchara fue utilizada para hacer los hoyos de las puertas y ventanas, también tallé los pasillos y el espacio entre los pilares con ella.

Usé la otra punta del mondadientes para hacer las líneas y detalles finos de las paredes: las líneas de cada ladrillo, la decoración ornamental del perímetro y las líneas que hacían los tres domos en el techo.

Esos domos fueron todo un problema. Las líneas en ellos eran más delgadas que el resto del edificio y tenían líneas en ellas. Líneas adentro de líneas. Hice lo mejor que pude con las herramientas que tenía. 

Ahora tenía que pintar el palacio. Como puedes ver, la paleta de color era bastante simple: gris claro, oro, café oscuro, negro, y unos cuantos toques de rojo y azul aquí y allá.

Pero de nuevo, los domos... Tenían una paleta de color aparte. Eso en particular no era el problema, la dificultad la presentaban los tonos y degradados requeridos. Eso fue todo un reto.

Tuve que arruinar dos pinceles para poder obtener esos efectos en los domos, pero no me importaba. Ella lo valía.

Cuando por fin terminé con el palacio, hice los jardines. Eso no fue muy difícil; simplemente tuve que trazar y pinchar el piso con el palillo haciendo las figuras que necesitaba. Las plantas se manifestaron solas para proveer una vista llena de vida y color. 

Utilicé más picadientes para hacer los guardianes que el palacio necesitaba: los dragones y las águilas. Ellos lo protegerían por siempre aun cuando yo ya no pudiera hacerlo.

La última cosa que añadí fueron las personas y los coches. Tuve que hurgar profundo en mi vieja caja de juguetes para conseguir suficientes para llenar la maqueta. Busqué una distribución natural para ambas cosas. Quería que le añadieran vida a la cosa en sí.

Cuando la maqueta estuvo lista, la sostuve entre mis manos y comprimí todo sobre sí mismo lo más fuerte que pude, con todas mis fuerzas. Tenía que ser perfecta y no podía fallar ahora.

Una explosión ocurrió y por todos lados fluyó energía. Me di cuenta entonces que estaba sosteniendo una esfera luminosa con mis manos. La maqueta se había convertido.... en luz.

La coloqué entre dos pedazos de cristal y la envolví con un moño.

Finalmente, se la entregué. Le encantó y lo más importante, logré sorprenderla e impresionarla. Lo que un hombre no hace por impresionar a una chica guapa...

Ella se llevó la maqueta de vuelta a casa y me envió una fotografía para enseñarme en donde la puso en su cuarto. Ella siempre sonreía cuando hablamos de ella, lo cual siempre fue lo que más me importó: hacerla sonreír de cualquier forma en que pudiera.

Hacer ésta maqueta tomó 5 segundos pero su sonrisa me durará para siempre. 

El tiempo vuela cuando te diviertes, el tiempo se detiene cuando estás enamorado.




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