11-12-2011 / El Sauce Azul

El Sauce Azul

Estaba oscuro y frío durante el primer día de invierno. La tormenta de nieve llegó en silencio durante la noche y se convirtió en una fuerza mayor conforme el tiempo avanzó. El viento soplaba con furia y los copos de nieve perforaban todo lo que tocaban.

En el Salón de Todas Las Estaciones, El Primer Rey del Otoño le presentó a la Segunda Reina del Otoño un regalo de cumpleaños.

Era algo que había estado buscando por muchas rotaciones alrededor del sol. Las estaciones fueron y vinieron y el regalo era sumamente elusivo de encontrar.

Los mercaderes de los 4 reinos buscaron en todos los rincones por él pero sin éxito y a pesar de las constantes insistencias de que era un mito o leyenda, El Primer Rey del Otoño no renuncio a su búsqueda.

Fue durante la mitad del verano de ésta rotación solar que el rey recibió una carta de los Magos del Estuario diciéndole que habían logrado cultivar exitosamente lo que había estado buscando por tanto tiempo.

Un sauce azul.

Visto cada 1000 rotaciones alrededor del sol, el sauce azul ha sido descrito como una fuente de protección de los elementos así como una forma de controlarlos. También se decía que podía conceder un deseo al dueño, pero tenía que ser la cosa que la persona deseara más en su corazón.

El Primer Rey del Otoño quería ese árbol para su reina para protegerla de las hostiles lluvias que caían cada vez que se sentía triste o asustada.

Siendo la hija del Tercer Rey del Invierno y la Primera Reina del Verano, ella era frágil al azote del agua que caía del cielo. La cruel naturaleza de su padre y el cálido trato de su madre la hicieron fuerte en muchas maneras, pero muy sensible a otras.

Es por eso que siempre que llovía o nevaba, su piel se agrietaba y dolía como una hoja seca rompiéndose lo cual la forzaba a pasar mucho tiempo dentro del castillo, y si bien ella estaba contenta ahí, extrañaba poder recibir el regalo de las hojas multicolores que los árboles le daban cuando pasaba frente a ellos de niña después de cada lluvia.

Su único consuelo durante mucho tiempo ha sido el ver esas hojas caer a través de una ventana pero su cara siempre mostraba nostalgia. Siempre llovía más en otoño que en cualquier otra estación.

El corazón del Primer Rey del Otoño punzaba de dolor cada vez que veía eso. Necesitaba una solución a ese problema. Fue por eso que inició una investigación sobre ese asunto con los Sabios de las Estaciones y uno de ellos sugirió el sauce azul como una solución.

Después de enterarse de la noticia de su existencia, el rey desarrollo un plan con su ejército para transportarlo a su reino. Mover el sauce azul al castillo sin ser visto fue una enorme empresa. Si bien los Magos del Estuario usaron sus mejores conjuros para volverlo invisible, no pudieron esconder el brillo azul que el árbol producía.

El árbol se mantuvo en una maceta durante casi toda su infancia, pero estaba creciendo a un paso acelerado y pronto tendría que ser plantado en el suelo. Es por eso que su transporte tenía ser lo más pronto posible.

Una pequeña unidad del Ejército del Sol fue asignada a la misión de transportar el árbol sano y salvo bajo el cobijo de la oscuridad a través de las 10,000 ligas entre el Río de Piedras y el Castillo Verde Perpetuo.

El brillo del árbol seguía siendo un problema pero el capitán a cargo de la unidad tuvo una idea brillante: llenar el carruaje que usarían para para transportarlo con linternas, pero no de cualquier tipo. Éstas eran linternas de Fuego Verde.

Habiendo mezclado el brillo del árbol con el de las linternas resultó en un fulgor amarillo que hacía parecer al carruaje como cualquier otro que viajaba de noche, escondiendo la preciosa carga que llevaba.

Cuando el árbol finalmente llegó a su destino fue plantado en medio del Salón de Todas Las Estaciones. Esto represento su cierre para todas las audiencias por el resto del verano y todo el otoño. Las ventanas se tapiaron con maderas, la puerta principal fue cerrada y trabada. Solo el pasillo secreto que el rey usaba para escabullirse dentro o fuera del salón permaneció abierto pues solo él tenía llave.

Si bien el cumpleaños de la reina había sido durante el otoño, él tuvo que esperar para entregarle su regalo. No quería arruinar la sorpresa pues el árbol aún necesitaba prender en la tierra y crecer.

Durante ese tiempo, él juntó cada hoja que caía y se las dio a las costureras reales; ellas habían encontrado la manera de hacer una prenda con ellas para poder hacer portátiles los poderes del árbol.

Durante el primer día de invierno, la nieve caía con furia. Las ventanas del salón fueron abiertas y se llenó de nieve. Las puertas se abrieron para dejar entrar a todo mundo siendo La Segunda Reina del Otoño la primera en línea.

Ella estaba tan confundida y preocupada cuando sus ojos vieron toda la nieve que flotaba en el salón, las ventanas abiertas, frío por todos lados y un débil fulgor azul en la distancia.

Se escuchó un chasquido de los dedos y la luz adentro desapareció. Solo quedó el brillo azul.

La corte e invitados murmuraban entre ellos preguntándose qué estaba pasando. Nadie entendía la situación. Algunos pensaban que El Primer Rey del Otoño finalmente había sucumbido al frío dentro de su corazón y volteado hacia el invierno.

Fue entonces cuando se acercó a la puerta, caminando lentamente hacia la reina cargando en sus brazos una capa azul que brillaba y una sonrisa en su cara.

"Feliz cumpleaños, amor mío" dijo mientras la veía.

Puso la capa sobre los hombros de ella, la cual brillaba intensamente al ser vestida.

"¿Qué es esto?" ella preguntó con un mezcla de emoción, duda y sorpresa.

"Tu regalo, lamento mucho cuanto tardé en entregártelo" respondió él mientras sonreía. "Sin embargo, esta es solo una parte de él. Tu otro regalo está más allá de la nieve que ves" le dijo mientras apuntaba hacia el brillo azul.

"¿Por qué está lleno de nieve, querido mío?" preguntó la reina preocupada.

"Es parte de la sorpresa, amor. Por favor ve hacia el brillo" dijo el rey en tono tranquilizador.

"Sabes lo que la nieve me hace, no..." preguntaba la reina cuando fue interrumpida por el rey quien preguntó:

"¿Confías en mí?"

"Por supuesto que sí" ella respondió sin dudar.

"Entonces camina hacia el brillo y deja que la capa haga el resto" dijo él mientras apuntaba hacia el camino con su brazo extendido.

La reina suspiró y lentamente camino hacia el árbol en medio de la tormenta, sosteniendo la capa con fuerza usando ambas manos. 

Cuando caminó 20 pasos, el rey gritó: "¿Qué es lo que deseas cada otoño, dulce rayo de sol?"

"Sostener en mis manos las hojas de color que caen de los árboles" dijo ella suavemente hacía sí misma, aferrándose a la capa con sus manos. 

Fue entonces que una hoja roja cayó frente a ella.

Súbitamente se detuvo y miró la hoja en el piso.

Entonces levantó su cabeza y vio que la nieve que soplaba hacia dentro del salón no era más, ahora eran hojas cayendo por doquier: amarillas, rojas, naranjas, cafés y doradas lloviendo alrededor de ella.

Su cara se iluminó como la de una niña y reía mientras el suelo nevado se llenaba de hojas por todos lados. Giró hacia atrás y se dio cuenta que el camino detrás de ella estaba lleno de hojas y que las luces que se habían apagado, habían vuelto a encenderse.

"Por favor continúa caminando, reina mía, todavía no has visto la sorpresa principal" dijo el rey mientras caminaba hacia ella. Era seguido por el resto de la corte y algunos niños que recogían hojas lo más rápido que podían.

Ella continuó pero estaba maravillada ante el espectáculo de ver que la cruel nieve se convertía en algo que ella tenía deseando por demasiado tiempo. En ese punto se dio cuenta también de que ya no sentía el frío que había estado percibiendo últimamente sino que se sentía... cálido.

La niebla se disipó y ella quedó atónita al ver lo que era.

"¿Es esto lo que creo que es?" preguntó en total desconcierto.

"Tú dime" respondió el rey con una sonrisa socarrona.

Hojas secas seguían cayendo adentro del Salón de Todas Las Estaciones pero ninguna sobre El Sauce Azul, todas caían alrededor de él.

La Segunda Reina del Otoño siguió caminando alrededor del árbol, aún sin dar crédito de lo que se le estaba dando. Los niños que recogían hojas habían hecho una corona con ellas y se la dieron a la reina. Ella permitió con una sonrisa que se la colocaran en la cabeza.

La misma sonrisa que no se veía en su cara desde hace mucho tiempo...

La reina caminó hacia el tronco y lo tocó. Miraba y miraba el árbol fijamente por un momento o dos.

"¿Es esto realmente para mí?" preguntó sin quitar sus ojos del regalo.

"Ahora puedes disfrutar del otoño siempre que lo desees. Las estaciones son ahora tuyas para controlar" dijo el rey con alivio.

Ella suspiró mientras acariciaba las hojas azules de su capa.

"Hay algo que deseo más que eso" dijo mientras caminaba hacia el rey.

"Dime qué es, reina mía" él respondió mientras la veía a los ojos.

Ella puso su mano en medio del pecho de él y mientras lo miraba a los ojos le dijo:

"Quiero que seas tan feliz como yo lo soy contigo".

Él cubrió con su mano la de ella y contestó: "Pero ya lo soy, amor mío".

"No, mi querido rey, quiero que seas feliz en tu interior, en tu corazón.  Eso es lo que deseo" dijo ella en una voz suave.

En ese momento, El Primer Rey del Otoño sintió algo que no había sentido en muchísimo tiempo excepto cuando estaba solo con La Segunda Reina del Otoño: una sensación de calidez y paz interior.

Todo lo que causaba las tormentas dentro de su cabeza se había ido.

Fue entonces que la tormenta de nieve que había afuera cesó. Ahora lo blanco del invierno cubría todo alrededor de los árboles que habían retoñado afuera del castillo.

Estaba cálido y tranquilo durante la primera noche de invierno. Él la había ayudado a superar su fragilidad, ella había calmado y disipado la tempestad dentro de su corazón.

Eran un equipo basado en amor. La magia la creaban el uno para el otro.



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