20-08-2018 / Francisco El Cazador


Francisco El Cazador


"Vas a necesitar un bote más grande" dijo el viejo entre risas.

Odiaba el hecho de que se estaba queriendo hacer el gracioso en un momento como este. Desafortunadamente, necesitaba su ayuda. Tenía el único bote que era lo suficientemente grande y rápido para lo que había que hacer.

"Estoy de acuerdo y si lo hubiera no estaría aquí perdiendo mi tiempo, pero aquí estoy" dije, asegurándome que mi molestia fuera perceptible en mi voz.

"¿Estás seguro que quieres hacer esto? Los últimos tipos que lo intentaron regresaron en pedazos muy chicos" me dijo mientras le daba un trago a su botella de cerveza con una mano y se sostenía de su bote con la otra.

No estaba exagerando. Tenía razón. La última vez que alguien intentó resolver el problema, el problema los resolvió a ellos. 5 hombres fueron reducidos a un dedo apareciendo en tierra, una cabeza flotando a 5 kilómetros de distancia, una pierna siendo encontrada por Boy Scouts, un brazo aquí, un pie allá...

La forense local no pudo saber qué pedazos pertenecían a quién. Tenía la teoría de que tal vez todos fueran de la misma persona. No es como que tuviera mucho con que trabajar.

Pero había que hacer algo. El número de visitantes al complejo de pesca se había desplomado, las partes corporales que aparecían en tierra y luego en los periódicos no ayudaba y menos lo hacían los rumores y mitos que corrieron como lumbre.

Por unas cuantas semanas no se supo de él. No había reportes de personas desaparecidas, no hubo botes destruidos ni partes apareciendo en algún lado.

La calma coincidió con los días más concurridos de las vacaciones de verano. Si bien no tuvimos tantos visitantes como es lo usual, esperábamos ganar cuando menos lo necesario para pasar el resto del año.

Las cosas estuvieron bien durante las primeras 3 semanas; la gente regresó lentamente para los viajes en lancha, para comer el pescado y las excursiones en el bosque. Se corrió la voz y las cosas parecían mejorar.

Era el 29 de Julio cuando regresó.

Ese fue el día más ajetreado del año hasta entonces. Personas de todos los puntos del país estaban aquí. Inclusive teníamos gente de fuera.

Teníamos.

Recuerdo a la gente que estaba subiendo a mi bote, ansiosas de tomar el recorrido que iría más lejos en el agua. Había buenas vistas disponibles en ese punto así como pájaros que volaban sobre nosotros esperando a los bancos de peces que se acercaban mientras los turistas los alimentaban.

Se supone que iba a ser un buen día.

Fue entonces cuando todos los que estaban ahí escucharon el grito.

"Hilfe! Hilfe!" gritó una mujer joven que nadaba por su vida. Su voz se quebraba entre cada palabra.

Venía hacia tierra pero a un paso muy lento. Tomé mis binoculares y vi su cara bañada en sangre. Luego vi porqué estaba nadando tan lento: estaba arrastrando a un hombre que sangraba profundamente.

Ella seguía gritando con su cara tiesa de miedo.

Salté fuera de mi bote y corrí por el embarcadero para ayudarla. No entendía qué significaba "Hilfe" pero sabía que algo no estaba bien. Con todo mi corazón deseaba que la razón fuera que habían hundido el bote que rentaron pero que estarían bien pero en el fondo sabía que estaba pidiendo demasiado.

Otros dueños de lanchas corrieron detrás de mí. Todos tenían la misma expresión en sus caras: miedo.

Corrí hacia el agua hasta que llegó a mi cintura y estiré mis brazos para ayudar a la mujer y su pareja. Ella me lo entregó y todos vimos con horror como el cuerpo del hombre era solo... la mitad.

Faltaba todo debajo de la cintura. Había sido mutilado sin piedad.

"Bitte helfen! Bitte helfen" lloraba la mujer mientras nos entregaba el cuerpo. Se lo di a mis colegas para poder ayudarla a salir del agua.

Estiré mis brazos hacia ella y tomó mis manos, llorando y respirando demasiado rápido.

"Está bien, está bien" le dije mientras la jalaba. "Ya estas a salvo".

Hablé demasiado pronto...

No supe de dónde salió.

No lo vi venir.

Lo único que vi fue a la mujer siendo jalada de mí en un instante y las columnas de dientes inmensos bañando mi cara con su sangre mientras era despedazada.

La mujer gritó en absoluta agonía mientras era devorada. Pedazos de su cuerpo volaron por todos lados junto con su sangre.

Todo pasó tan rápido. Tan deprisa.

Pero no había terminado. No aún.

Brincó hacia tierra donde su pareja estaba siendo sostenido por un chico que no podía tener más de 17 años; estaba viendo el mismo horroroso espectáculo que yo. Como todos.

Él tampoco lo vio venir.

El chico y lo que quedaba del hombre desaparecieron en un solo movimiento. No hubo sangre esta vez. Fuero devorados enteros en una sola mordida.

Y así como si nada, él desapareció. Se sumergió y fue como si nada hubiera pasado.

No me podía mover. Estaba atorado en el momento exacto cuando tomé las manos de la mujer y estaba tratando de jalarla para sacarla del agua.

Solo escuché gritos detrás de mí. De todo tipo. Hombres, mujeres y niños. Podía escuchar el chapotear del agua mientras la gente salía.

Pude escuchar puertas de carros cerradas en pánico y motores arrancando con pavor. Desesperados por salir de ahí. 

"¡Alguien llamé a la policía!" un hombre gritó. Sigo sin saber de qué hubiera servido eso. 

La gente se aplastó entre sí queriendo escapar. Varios coches chocaron en la entrada del lugar y 20 personas murieron en choques al escapar. Eso incluye a una familia de 10 que fue embestida por un tráiler mientras escapaban en una mini-van.

Todavía podía sentir su mano aferrándose a la mía como si ella supiera que yo podía evitar el destino que la esperaba.

La policía sí llegó. También el gobierno. Cerraron el complejo al público hasta nuevo aviso.

Tuvieron una junta con todos los dueños de lanchas, de los restaurantes y la administración del lugar. Nos preguntaron qué había pasado ese día. La gente intentó explicarles lo mejor que pudieron pero obviamente fue inútil.

Cuando me preguntaron directamente no pude responder. Su cara y sus gritos seguían pasando por mi cabeza. Seguía buscándola en la distancia, esperando que saliera del agua.

El gobierno y la policía primero se rieron de nosotros cuando mis colegas les explicaron la situación. Luego pensaron que estábamos jugando con ellos y se ofendieron. Cuando vieron que insistíamos en el punto, se fueron a toda prisa pero no sin antes amenazarnos de culparnos por todas las muertes y mantener el complejo cerrado hasta que el caso se resolviera de alguna forma.

Mis colegas insistieron en la veracidad de su relato pero no sirvió. Pidieron ayuda para lidiar con él pero también se nos fue negada.

"No vamos a seguirles la corriente con sus loqueras" dijeron los hombres del gobierno. "O nos dicen la verdad o todos van a pasar el resto de sus vidas en la cárcel por todas los muertos y desaparecidos en ésta área".

Se subieron a sus camionetas y se fueron a toda prisa. Prácticamente estábamos sentenciados a muerte.

Se organizó una junta al día siguiente con todos los que vivían y trabajaban ahí. Unos cuantos querían hacer algo al respecto, la gran mayoría simplemente se quería ir y no volver.

Para algunos de nosotros eso no era realmente una opción. No teníamos a dónde ir. Todas nuestras vidas estaban ahí.

No se pudo llegar a un acuerdo y fue cada quién para su santo. Todos los restaurantes cerraron. También el complejo. Permanentemente.

En cuestión de días nuestra comunidad quedó reducida a un puñado de gente. Solo quedamos los que vivíamos ahí antes de que se construyera el complejo.

El complejo fue construido al lado de una presa, la cual es propiedad federal. Siempre habría agua en ese lugar y como él no atacaba esas instalaciones, el gobierno no tenía razón para hacer nada y también explicaba por qué nunca habían escuchado hablar de él.

"El Problema" le llamaban algunos. "La Muerte Invisible" otros le decían. Algunos de nosotros le decimos "Francisco El Cazador".

No pude dormir por 3 semanas. Todo lo que podía ver cada vez que cerraba los ojos eran dos columnas de dientes afilados como navajas, sangre y a la mujer siendo devorada viva. Todo lo que escuchaba eran sus gritos y las palabras "Hilfe, hilfe".

Una noche no pude más y caminé 30 kilómetros hacia la parada de tráileres junto a la caseta donde la carretera libre y la autopista de cuota se juntan. Donde los ricos y los pobres se separan aunque vayan a la misma dirección.

Había un bar ahí al que solía ir antes de que todo esto pasara. Había hecho amistad con la barman, la cual afortunadamente estaba trabajando esa noche.

"Te ves muy mal" me dijo al poner ojos sobre de mí. Tenía razón pero eso pasa cuando vives una pesadilla en la realidad y no puedes escapar de ella ni despierto ni en sueños.

"Necesito usar tu teléfono" le dije mientras veía a la distancia. "Está al lado de los baños" me respondió mientras apuntaba hacia él.

"No, necesito buscar algo. Necesito un teléfono." fue mi respuesta.

"¿Estás bien?" me preguntó mientras me veía de forma rara.

"No" fue lo único que pude responder.

Se metió la mano en el bolsillo trasero y me dio su teléfono inteligente mientras me preguntaba "¿Estás en problemas?"

"Solo necesito saber" le dije viendo a la distancia, esperando a que la mujer saliera del agua.

Tomé su teléfono y busqué un traductor. Me pidió que escribiera lo que quería que tradujera pero no podía hacer eso. No tenía idea de qué idioma hablaba la mujer.

Sin embargo, sí recordaba el sonido de sus palabras.

Presioné el símbolo de un micrófono y hablé pero no pudo distinguir nada de lo que dije. Era obvio; los gritos, la gente cantando y la música a todo volumen del bar distorsionaban mi voz.

Salí a la parte de atrás del bar e intenté de nuevo pero el sonido de los tráileres que llegaban y se iban no ayudaba. Me estaba frustrando intensamente.

El teléfono seguía rechazando hacer la traducción por el sonido y francamente parecía que se estaba burlando de mí.

Gritar fue mi respuesta. Le grité con furia al teléfono las últimas palabras que esa mujer diría en su vida.

"Ayuda. Ayuda. Por favor ayuda" fue la respuesta del traductor. Era en alemán.

Reproduje la traducción durante una hora. Cada vez que lo hacía, no escuchaba la voz robótica del traductor sino a la mujer rogando por ayuda.

Ella me pidió que la ayudara y le fallé. Todos en el complejo le fallamos.

No noté a la barman cuando salió y me vio. Yo seguía reproduciendo la traducción una y otra y otra y otra y otra y otra vez.

Me quitaron el teléfono y me preguntaron "¿Qué está pasando?" en un tono preocupado.

"¿Tiene que ver con lo que pasó en el complejo?"

"Sí pero ahora sé lo que tengo que hacer" fue mi respuesta al escapar del remolino de pensamientos en mi cabeza.

Le agradecí por el favor, le regresé su teléfono y corrí hacia la noche de nuevo. Sabía lo que tenía que hacer.

Los siguientes días me la pasé vendiendo mi lancha. Cuando por fin encontré a alguien interesado en comprarla, tuve que rastrear algunas cosas especiales que necesitaba para mi plan.

Cuando las localicé, las puse dentro de una mochila y me dirigí al embarcadero, hacia uno de los 5 botes que quedaban en el complejo.

Con mi pie toqué en el casco de la lancha para despertar al dueño.

"Necesito su ayuda. Voy a acabar con Francisco El Cazador" fue lo primero que dije.

Me miró de forma incrédula, sonrió y dijo "Vas a necesitar un bote más grande" entre risas.

Después de lidiar con sus burlas y dudas al respecto, escuchó mi plan. Se lo expliqué de la forma más clara posible para que su cerebro ebrio pudiera entenderlo y accediera a proceder.

Continúo mirándome, tomó más de su cerveza y sin quitarme los ojos de encima eventualmente dijo:

"Al demonio, no es como que tengamos algo más que perder o algo mejor que hacer, ¿o sí?

Lanzó la botella al casco y se despabiló, o al menos lo más que pudo.

El motor del bote arrancó justo cuando su hijo llegó en su camioneta. La estacionó justo frente a nosotros.

A toda prisa descendió del vehículo y preguntó a su padre qué era lo que iba a hacer.

"Vamos a resolver este problema de una vez por todas" dijo el viejo en un tono seco. Él y su hijo no se llevaban precisamente bien. El muchacho le había estado insistiendo al viejo que dejará el complejo y se fuera a vivir con él.

Pero hay gente que es demasiado necia o demasiado aferrada.

Nos alejamos de la cosa mientras el hijo del viejo nos miraba con una mirada llena de angustia. Como si estuviera despidiendo de su padre sin decir nada.

"¿A dónde vamos?" me preguntó una vez que se logró sacudir la cara de su hijo de su mente.

"Detrás de las montañas, en las ensenadas" le dije mientras miraba al horizonte. Ahí fue donde 5 hombres dijeron que irían cuando lo intentaron. Ahí fue donde los 3 pescadores y 1 grupo de personas haciendo un recorrido nocturno desaparecieron.

Hicimos el viaje en silencio. El sol iba de bajada y yo repasaba mi plan una y otra y otra y otra y otra vez. Se podía sentir un ambiente tenso pero supongo que así se siente cuando uno va a enfrentar a la muerte segura.

Después de casi una hora, llegamos a detrás de las montañas. Al ser un camino sinuoso, el viejo decidió apagar el motor y empujar con un remo.

Avanzamos en silencio, viendo dentro de las ensenadas sin encontrar nada en particular.

"¿Estás seguro que aquí es?" me preguntó el viejo con un tono de duda y reclamo.

Antes que pudiera responder, algo golpeo el casco del bote por el lado de estribor. Me acerqué al borde y recogí la respuesta a su pregunta:

Un madero que decía "La Valiente", el cual solía estar pegado al bote donde desapareció aquel grupo de turistas en el recorrido nocturno.

Solía.

El viejo siguió remando sin decir nada. No fue necesario que lo hiciera. El breve instante en que abrió los ojos en terror y su respiración se detuvo fue suficiente para saber que sus dudas habían quedado resueltas.

Avanzamos un tramo más y cada vez era más abundante la cantidad de restos de embarcaciones flotando en el agua.

Pasamos de largo una cabeza que flotaba y entonces empezaron a aparecer pedazos de cadáveres en distintos estados de descomposición.

En el fondo pudimos escuchar el sonido de algo que estaba devorando a algo vivo.

El viejo dejó de remar, yo abrí mi mochila y saqué mis binoculares, los apunté en dirección al ruido.

Ahí estaba. Devorando a un par de caballos que se habían acercado demasiado al beber agua. Ambos gritaban y gemían mientras eran deshebrados salvajemente entre sus dientes.

"¿Y ahora qué?" me susurró el viejo, intentando ocultar el miedo que comenzaba a poseerlo.

En silencio saqué el lanza granadas que compré al vender mi bote. Con cuidado lo abrí y lo cargué.

"Hay que acercarnos más" le respondí.

El viejo tragó saliva y remó, muy suavemente para hacer el menor ruido posible.

Nos acercó lo más que sus agallas le permitieron. No lo juzgo, mi corazón estaba taladrando un agujero en mi pecho también. Yo simplemente tenía una mejor razón para hacer esto que él.

"Si tan solo hubiéramos traído a uno de esos idiotas del gobierno con nosotros tal vez ahora sí nos creerían" dijo mientras veía el horror que ocurría frente a nosotros.

Escapé del miedo que estaba ahorcando mi mente y me acordé de algo que compré precisamente para eso.

Como necesitábamos algún tipo de evidencia para que el gobierno nos creyera, pensé que una fotografía serviría. Por lo tanto compré una cámara de segunda mano, nada extraordinario pero tomaba fotografías que es lo que necesitaba.

La apunté hacia el monstruo y presioné el botón pero olvidé apagar la función de autoenfoque y el lente hizo ruido al enfocar.

Él escuchó eso.

Se tragó lo que quedaba de los caballos y se hundió lentamente en el agua.

Lo perdimos de vista. Yo aventé la cámara de vuelta en la mochila y tomé mis binoculares de nuevo para buscarlo. 

Había desaparecido por completo. No se le veía por ningún lado. ¿Qué tan rápido se podía mover para desaparecer inmediatamente?

"¡Ahí!" gritó el viejo mientras apuntaba al agua.

Miré hacia el lugar donde me señaló pero no podía ver nada.

Eso fue hasta que el agua empezó a hacer olas hacia nosotros y la sombrilla que él tenía en cubierta empezó a emerger lentamente.

El viejo arrancó a toda prisa el motor y giró la lancha para escapar.

"¡Espere!" le grité mientras apuntaba el lanza granadas.

"¡Hazlo entonces!" me gritó de vuelta.

Apunté directamente hacia el monstruo pero en el último segundo cambié de opinión y apunté hacia donde estaría cuando la granada hiciera impacto, no hacia donde había estado.

Mientras emergía del agua, enseñándonos sus filosos dientes, la granada cayó encima de su sombrilla.

Abrió sus mandíbulas lo suficiente para tragarnos enteros.

La granada explotó.

La explosión nos aventó al piso de la lancha del viejo y el monstruo no estaba por ningún lado.

Lo buscamos en todas direcciones, con el motor listo en caso de que estuviera jugando con nosotros.

Lo que quedaba de su sombrilla estaba flotando en el agua, quemándose.

"¿Lo logramos?" preguntó el viejo, con un dejo de esperanza en su voz.

Eso parecía pero no estaba seguro. No podía ser así de fácil.

Me acerqué al agua para ver si podía verlo debajo de ella y de repente emergió como una ballena, salió del agua hacia las alturas y cayó de vuelta en ella, salpicando por todos lados.

Pero no nos persiguió, simplemente flotaba.

No respiraba. No se movía.

"¿Está muerto?" me preguntó. Yo solo me encogí de hombros.

Tomó la botella de cerveza vacía que estaba rodando en la cubierta de su lancha y se la aventó.

Se rompió justo en su cara. Aun así no se movía.

El señor se rio con tanto alivio y yo suspiré profundamente con la misma sensación.

Lo estaba inspeccionando de cerca cuando el viejo abrió un compartimiento secreto en cubierta y sacó un arpón. Sin pensarlo dos veces le apuntó y disparó hacia la mandíbula inferior. Luego amarró uno de los extremos al bote.

"¿Quién es el viejo loco ahora?" dijo en forma retadora. Claramente tenía la intención de poner el cadáver en el escritorio del hombre del gobierno que lo llamó así.

Hicimos el viaje de nuevo a casa. Obviamente tardó un tanto más por el peso que arrastrábamos pero todavía quedaba algo de sol.

El viejo cantaba con alegría. Entre canción y canción intercalaba sus deseos y esperanzas de fama y gloria por haber matado a Francisco El Cazador.

Yo solo podía pensar en esa mujer y su pareja. Donde sea que estuvieran, esperaba que pudieran descansar en paz ahora.

Sin que lo notara, algo me pasó que no había ocurrido por un buen rato:

Me quedé dormido.

Habíamos cumplido la misión, habíamos matado al monstruo. Habíamos vengado a todas las víctimas y traíamos la evidencia para probar que no mentíamos.

Hicimos nuestro trabajo. Me había ganado ese descanso.

Dormí todo el camino de vuelta. Fue glorioso el poder volver a dormir.

El viejo me despertó mientras nos acercábamos a la costa de nuevo.

"Despierta, compañero. Ya casi llegamos" me dijo, aún lleno de alegría.

Cuando me iba a poner de pie, sentí que golpeamos algo debajo del agua.

"Que raro, aún no estamos cerca de las piedras" dijo el viejo confundido.

La lancha aceleró. Las olas del agua comenzaron a viajar en la dirección contraria de la que deberían.

"Baje la velocidad, no estamos tan lejos de llegar" le dije.

"¡Yo no estoy acelerando!" me respondió preocupado.

No era posible que estuviéramos yendo así de rápido al llevar peso, eso no hacía sentido.

Miré hacia atrás y lo que debía ser un cadáver resulto estar demasiado vivo para nuestra mala suerte.

Estaba nadando hacia la costa y empujando la lancha al mismo tiempo que el agua.

Podía sentirlo bufar encima de mí. Estaba furioso.

Estábamos a unos metros de la costa, yo no sabía qué hacer  el viejo rezaba y tartamudeaba al mismo tiempo.

Me acordé de mi lanza granadas e intenté tomar mi mochila, pero él empujó el bote con su proa y nos hizo encallar en las piedras. 

Salí volando del bote pero el viejo chocó contra un riel de la sombrilla de su lancha.

El hijo del señor nos esperaba junto a su camioneta. Él vio todo lo que pasó.

Yo caí más allá de la camioneta.

El monstruo se comió la lancha del viejo.

Se comió al viejo.

Se comió la camioneta del hijo.

Se comió al hijo del viejo.

Me intentó comer también pero yo estaba a unos cuantos centímetros más lejos de lo que él podía alcanzar. Supongo que el señor sentado en su bote a la derecha no se movió para evitar atraer su atención.

Me arrastré más lejos y metí la mano en mi mochila buscando el lanza granadas.

El monstruo intentó alcanzarme con sus mandíbulas pero no podía llegar.

Me rugió con furia y cólera. Una llanta salió de su hocico junto con la cabeza del viejo.

Mis manos sintieron algo sólido y lo jalé sin pensarlo, presioné el gatillo y...

Tomé ésta maldita fotografía.

El monstruo se balanceó de izquierda a derecha haciendo un canal con su cuerpo hasta que se inundó y entonces pudo flotar de vuelta al agua.

Se sumergió y desapareció.

Eso fue hace casi 3 meses.

Ahora que le he presentado ésta evidencia, mi pregunta es:

¿Ahora sí nos van a ayudar o van a seguir diciendo que estamos locos?





Comentarios

Entradas populares