01-02-2014 / Visiones Personales #10: El Depredador
El Depredador
En esta entrada presento la décima entrega de la serie Visiones Personales: El Depredador.
Comentario técnico:
Ésta es una de mis imágenes favoritas entre todas las que he tomado.
Si bien considero a cada fotografía que tomo como una hija mía, es cierto que hay algunas que destacan más que otras. Esta es una de ellas.
El capturarla fue un proceso interesante, la post-producción fue igual. La imagen ha evolucionado desde que fue tomada en la forma en que se ve.
Era 2014 y tenía pocos meses con mi cámara actual. Fue una mejora sustancial de equipo sobre el modelo que usaba antes de ella.
Si bien sentía que dominaba bien la técnica de tomar fotografías en poca luz sin que salieran movidas, con ésta cámara estaba teniendo ese problema de nuevo.
En ese momento no sabía el porqué, eso lo averigüé meses después. Era algo muy simple: al doblar la resolución entre un modelo y otro, cualquier movimiento de más era magnificado.
Al haber el doble de pixeles capturando luz, eso significaba que eran más chicos que los del modelo anterior, por eso la cámara tenía que estar más quieta aún para que no se registrara movimiento.
En ese aspecto, tuve que empezar de 0 al utilizar el modelo nuevo. Varios factores habían cambiado: el peso entre los cuerpos de ambos modelos, los lentes que utilizaba más frecuentemente con ambas y por ende, su peso. También que con el modelo nuevo perdí un indicador de movimiento que el modelo anterior sí tiene y que siempre me ha sido muy útil.
En el proceso de volver a entender cómo sostener la cámara apropiadamente y poder tomar fotografías en poca luz fue cuando fui cazado sin saberlo.
Encontré ésta estatua de El Depredador hecha de diferentes piezas de metal (cadenas de motocicleta, barrotes de rejas, bujías, engranes y lo que parecían ser placas de metal vuelto a fundir) en un paseo peatonal al que asistía en ocasión.
Cuando lo vi, me atrajo de inmediato su expresión y mirada; esos ojos rojos intensos, esa mirada amenazante, esa boca llena de colmillos.
Tenía que tener una fotografía de eso.
Mis primeros intentos fueron un chasco, si bien a simple vista no se veían mal, al magnificar la imagen se podía ver que estaba movida.
Eso no era aceptable.
Varios intentos más resultaron en lo mismo. Como no iba solo y "ya me había tardado mucho" según los estándares de tiempo de la gente que no sabe de fotografía, me sentí presionado y cometí una estupidez de proporciones épicas: disparé utilizando el flash...
Ahora, no quiero decir que utilizar el flash sea malo. De hecho es muy útil siempre y cuando lo sepas usar. Sin embargo, el utilizar el flash que suele venir montado en el cuerpo de las cámaras no permite demasiado control en cómo la luz es dirigida o utilizada y no suele ser la mejor forma de iluminar a un sujeto. A veces sin embargo, es mejor eso que nada.
En éste caso, fue un error garrafal porque la luz era demasiado intensa para la fotografía que quería logar, sin mencionar que maté por completo el brillo intenso de los ojos y el aspecto amenazante de la estatua. Esos tonos de rojo repartidos por toda la cara se perdían por completo.
Francamente, la fotografía con flash parecía la típica imagen mal tomada en sitio de ventas por Internet. La borré sin dudarlo.
Decidí dejar que la persona con la que iba se adelantara y yo la alcanzaría cuando hubiera terminado. No lo hizo y me espero.
Pero ya no dejé que la presión del tiempo me estuviera afectando y me dije a mí mismo que tenía que ser capaz de obtener esa imagen. No podía permitirme el no poder tomar fotografías con poca luz con la cámara nueva y menos el no tomar esta fotografía.
Aplicando todo el conocimiento que tenía en ese entonces sobre cómo reducir el movimiento corporal al tomar fotografías, hice dos disparos más, el primero estuvo mucho mejor que los anteriores pero aún no estaba donde quería.
El segundo fue el bueno. Tuve que dejar de respirar por completo y tomar mi tiempo para hacer el disparo. Eso relajó mi agarre de la cámara y permitió obtener la toma que ves aquí.
Ese día aprendí una lección muy importante cómo artista: Nunca dejarme presionar para tomar una fotografía o dejar de tomarla, ya sea por presión de otros o personal.
Las cosas tienen que ser bien hechas o es mejor no hacer nada. Las cosas bien hechas toman su tiempo. El que sea que tengan que tardar.
La post-producción de ésta imagen ha cambiado con el tiempo. La primera versión tiene el azul del cielo mucho más intenso, ya que la fotografía fue tomada durante el ocaso. También había hecho un ajuste de perspectiva y gire un poco la cara de la estatua para que pareciera que físicamente estaba volteando hacía el espectador.
Para ésta serie decidí actualizar esos ajustes. Enmudecí el color azul hasta dejarlo lo más pálido posible. Esto porque siempre he sentido que el azul intenso de la versión anterior compite demasiado contra el rojo intenso de la cara en cuanto a atención se refiere.
Personalmente, mi intención siempre ha sido centrar la atención del ojo del espectador en la cara de la estatua. El cielo realmente no es importante en ésta ecuación.
Además, la sensación de estar de noche y toparse con algo así se logra mejor con los colores actuales que con los pasados.
El ajuste de perspectiva lo deshice porque robaba detalle de la cara y en este punto la verdad ya no veía necesario o útil tenerlo.
Después de ese día, vi que realmente podía dominar el problema de nitidez que estaba teniendo con la cámara nueva. Si bien aún no entendía qué lo causaba eso no impidió el darme cuenta que tenía que mejorar mi técnica para tomar fotografías en poca luz.
Tomó algo de tiempo pero pude mejorar así como el eventualmente descubrir que el hecho del aumento de resolución estaba directamente relacionado con mi técnica de agarre.
Para usar equipo profesional, uno tiene que tener una técnica al nivel de lo que el equipo requiere para lograr las cosas para las que fue diseñado.
Este fue un claro ejemplo de como una cámara mejor no hace a las fotografías mejores por sí sola, solamente hace que los errores de uno se vean mejor.
Comentario personal:
El personaje de El Depredador siempre me ha gustado y si bien no se le ha hecho mucha justicia en algunas películas donde ha aparecido, eso no cambia mi opinión respecto a lo que el personaje representa.
Si tuviera que resumir esta fotografía en una palabra, esa palabra sería "miedo".
Eso es lo que el personaje para mí representa, el miedo de enfrentarte contra un enemigo mucho mejor preparado y mucho más hábil que uno.
Y sin embargo, las veces que el personaje se ha enfrentado contra adversarios que lo han llevado a límites donde no pensaba llegar, también se puede ver su miedo. Ese miedo de no saber qué hacer contra un enemigo que fue subestimado.
En la película original, hay una escena donde El Depredador y el personaje de Arnold Schwarzenegger se ven las caras y se puede ver como ambos tienen miedo del oponente. Los dos son el miedo del otro.
El miedo viene de muchas formas. Esta es solo una representación de él.
Pero creo que también puede ser visto de otra forma: ¿Somos capaces de confrontar al miedo? ¿Somos capaces de combatirlo y vencerlo? ¿Somos capaces de mejorar nuestro nivel y estar a la altura del desafío o es más fácil huir?
O mejor aún, ¿sabemos cuáles son nuestros miedos?
¿Nos conocemos así de bien?
Los miedos en sí suelen ser depredadores, suelen acechar en silencio y desde la sombra, esperando al momento exacto para ejercer su influencia sobre de uno.
Nunca desperdician una oportunidad de hacerlo. Nunca fallan en su misión de detenernos.
Algo que he notado en mi experiencia personal y en mis observaciones es que el problema para mucha gente no está en descubrir sus miedos; saben cuáles son.
Su problema es que les da miedo hacer algo al respecto de ese miedo. Les da miedo el tomar la decisión y ejecutarla.
Les da miedo el miedo. Tal vez les da ansiedad el hueco que quedaría ahí cuando ese miedo ya no esté.
Algo que muchas veces perdemos de vista es que el peor enemigo que tenemos, es nosotros mismos.
Nosotros ponemos los frenos ahí. Los miedos son la forma de poner un remache para mantenerlo en su lugar. Las justificaciones que damos al respecto son nuestra forma de convencernos de que esa tontería está bien. Que es válido que esté ahí.
El miedo suele ser una respuesta natural de supervivencia a situaciones que representan peligro. Sin embargo, se requiere de un temple especial el poder superar ese instinto y afrontar eso que nos aterra.
Obviamente no hay que tener simples agallas y ya, también hay que tener inteligencia para abordar a ese enemigo. La fuerza bruta o la bravura sirven como arranque pero no para sostener el impulso. Sí hay que abordar las cosas, pero con información y estrategia, no como toro de lidia.
Un detalle que me encanta de ésta escultura son los ojos. Lo intenso del rojo en ellos y como parecen estar viendo directamente a uno.
La captura original tiene el color dividido en matices. Se pueden apreciar diferentes sombras de rojo en ellos.
En post-producción decidí cambiar eso para volverlo un rojo sólido para acentuar la expresión amenazante. Quería que se viera como si no hubiera nada más en ellos que furia, o en dado caso, miedo.
Independientemente de lo que uno crea que es, la amenaza es visible, el riesgo es inminente.
Un pequeño detalle curioso es que cuando procese esta imagen y la imprimí para una feria de arte en la que participé hace años, el nombre de ésta fotografía era "Eres Mi Presa".
Sin embargo, con el paso del tiempo, cada vez me fue gustando menos ese título. Cuando decidí presentar ésta fotografía para ésta serie, decidí que era mejor cambiar el título al actual.
El título original no le hace justicia a todo lo que ésta imagen quiere decir. Siento que éste sí porque deja abierta la puerta a la pregunta: ¿Quién es el depredador? ¿Él o yo?
Y es ahí donde aplica la famosa frase de Franklin D. Roosevelt en su primer discurso inaugural de 1932:
"Lo único a lo que debemos temerle es al miedo mismo"
En mi caso particular, el día que hice este tiro fue el día que perdí el miedo a no poder obtener los resultado que quería con el equipo que estaba usando, pero para lograrlo, tuve que mejorar aspectos en mí mismo para poder estar listo.
"Corrí por horas, sentía que el corazón me iba a estallar.
Llegué a un claro en medio de la jungla que era apenas visible gracias a la luz de la luna, pero de ahí en más, no podía ver nada.
Lo escuchaba... Lo escuchaba moverse entre las sombras. Pisando, planeando, acechando.
Acariciando las hojas para hacer ruido y asustarme.
Lo estaba logrando.
Podía escuchar los sonidos que hacía, como clics, en lo profundo de lo negro que había frente a mí.
Una granada aterrizó en mis pies y no tuve tiempo de hacer nada excepto salir volando y caer sobre mi espalda.
Un rayo surcó el cielo, iluminando por un breve instante todo lo que había y finalmente nos vimos las caras.
La granada dejó una pequeña llama que ardía en el piso pero suficiente para iluminarlo mientras lentamente caminaba en mi dirección.
Fue cuando se sacó la lanza que había logrado clavarle en el pecho. La partió en dos con su mano y me lanzó los pedazos.
Me vio fijamente. Me vio con esos ojos rojos llenos de furia.
Abrió su boca y gritó. Su alarido espantó a todas las criaturas de la noche que volaron y reptaron en todas las direcciones posibles buscando alejarse.
Extendió su boca completa, amenazante. Se tocaba la herida mientras me apuntaba el sensor que tenía al lado de sus ojos.
Me analizaba pero yo no sabía en qué aspecto. Yo solo podía ver que jadeaba.
No me quitaba los ojos de encima y yo no me atrevía a salir corriendo. Ni siquiera sabía a dónde.
Pero él tampoco se movía. Solamente me miraba y me miraba.
"¿Qué esperas?" le grité. "Tienes horas cazándome y ahora tienes miedo"
Ahí fue cuando entendí. Por fin entendí. El miedo me estaba cazando pero por alguna razón, yo también aterraba al miedo.
Ahora todo hacía sentido. Ahora entendía por qué me estaba cazando.
Me tenía que matar antes de que yo lo matara a él. Jamás cruzó por mi mente hacerlo pero él sabía que era una posibilidad.
Me moría de miedo pero ya no tenía nada que perder. Si ésta era la colina en la que iba a morir, al menos me iba a llevar a ese miedo conmigo.
Me volvió a gritar una vez más, ésta vez golpeando su pecho repetidamente en señal de reto.
Lanzó una granada entre los dos e hizo desaparecer la noche. La jungla ardió en cada dirección posible.
Matar o morir, esas eran mis opciones.
Decidí matar.
Corrí hacia la pared de fuego entre él y yo pero caí en su trampa. Un aro de fuego me rodeó por completo.
Tomé una rama con punta, tal vez podría volver a clavarle algo en el pecho pero ésta vez con la intención de matar.
Miré en todas las direcciones posibles pero no lograba encontrarlo. De nuevo podía escuchar esos "clics" que hacía y oía que pisaba pero no podía identificar su posición.
Al menos no podía hasta que sentí su presencia detrás de mí. Había caído en mi trampa.
Pude ver el fulgor de esos ojos rojos en el piso, junto con la mira láser que tiene a un lado de ellos.
Giré y detrás de las llamas pude ver esos ojos arriba de esos colmillos que ansiosos esperaban por destruirme y reclamarme como premio.
Le sonreí y dije "Vamos, ¿o acaso ya te dio miedo? ¿Quién es el depredador y quién es la presa?"
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