25-09-2011 / Mirada Que Danza

Mirada Que Danza


Era medio día y estaba despejado. Demasiado dirían los que estuvieron ahí.

El pueblo se detuvo por completo pues habría fiesta y venían muchos invitados de fuera.

A cada grupo que llegaba, se le recibía con danza y música. Llegaban de todos lados del país. 

Cada asistente era importante. Cada uno representaba algo que poco a poco se pierde en el tiempo:

Las tradiciones que nos identifican. Las tradiciones que nos definen.

Cada grupo que llegaba tenía su propia música. El grupo que los recibía tenía que acoplarse a ella.

No importaba el calor. No importaba el cansancio. No importaba el hambre.

Cada danzante sabía que habría una recompensa al llegar a la tierra prometida. 

Pero había que demostrar la devoción y entrega para probar que uno era digno de ella.

Cada paso tenía que ser perfecto. Cada paso tenía que ser en su tiempo exacto. 

El sol era la única iluminación necesaria para ese escenario. El polvo era el único efecto especial necesario para cada presentación.

Dicen que para poder bailar hay que perderse en el ritmo. Yo vi a muchos creyentes perdidos ese día.

Cada uno se perdía a sí mismo en el movimiento. Aun así también se aseguraban que sus compañeros se perdieran en el mismo punto que ellos.

Los cuerpos danzaban. Las almas danzaban. Las miradas danzaban.

Miradas de reojo. Miradas súbitas. Miradas con ritmo.

Movimientos al unísono. Sonidos sincronizados. Miles de pisadas que sonaban como una sola.

El pueblo se llenó de música. El pueblo se llenó de color. El pueblo se llenó de tradición.

Al llegar a su destino eran celebrados como si fueran los únicos en el lugar. Habían cumplido su misión tal cual había sido estipulado por los dioses de lo antiguo.

La recompensa les era entregada con gusto y orgullo. Ellos la recibían con humildad y agradecimiento.

Para devotos de éste tipo el calor y el cansancio no son problema. Son sus razones de ser.

El problema para ellos sería no llegar. El problema para ellos sería fallar.

Saben que lo que hacen importa. Saben que lo hacen es necesario.

Preservar lo que no se puede tocar es misión sagrada. Ellos tienen todas las razones para hacerlo.

Yo solo tenía una cámara en las manos y un asombro en el corazón. Yo solo fui testigo de un milagro.

Lo único que pude hacer fue capturar su danza. Lo único que pude hacer fue capturar sus miradas que danzan.


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